miércoles, 17 de julio de 2013

Hasta ese momento todos los besos tenían la forma del futuro

¿Hasta cuando fue que todo era posible? En que momento se rompe el hechizo y ya fui parte del ayer cuando hasta ese momento era parte de un todo que era mas risas y alcohol que era vértigo y labios palpitantes, de piel desgarrada de tanto dedo en la boca. Dejame hablar de ese momento que todavía me fascina, donde un cuerpo que se desconoce se enfrenta ante otro que lo recibe con aromas de aceptación con vibraciones de vidas anteriores, déjame hablar de ese momento de reconciliación entre la que fuiste y la que eras en ese momento en que te alcé en mis brazos y te llevé en el aire hacia el lecho sin esfuerzos donde mis manos recorrieron tus hombros, descorrieron tus cabellos y mis labios se fundieron con los tuyos en un beso que fue un eco de otros tiempos de otros mundos, entonces casi con timidez acaricié tu cuerpo de esplendor con la palma de mi mano desde el nacimiento de tu nuca hasta tus pies. Entonces me devolviste la caricia con el mismo sentimiento de asombro y reconocimiento: también tus ojos y tu tacto descubrieron, al mirarme y al palparme un cuerpo que antes solo había sido entrevisto, imaginado y sentido como una visión inconexa de visiones y sensaciones virtuales, creadas anteriormente por el sonido de mis palabras cuando te hablaba en las noches, una configuración de percepciones destruida apenas formada. Ahora un cuerpo que había desaparecido en tu cuerpo y que, en el instante mismo de esa desaparición, había hecho desaparecer el tuyo: corriente de vibraciones que se disipan en la percepción de su propia disipación, percepción que sos vos misma dispersión de toda percepción pero que asimismo y por eso mismo, por ser percepción del desvanecimiento al desvanecerse, remonta la corriente y por el camino de las disoluciones rehace las formas y los universos que se elevan en un abrazos. Cuando dos cuerpos se abrazan así están haciendo algo más que rodear sus cuerpos con los lazos de los brazos, cuando mi boca encuentra tu aorta no sigue un ritual vampírico sino un laberinto de sensaciones que provienen casi de los hombros, recorren el desfiladero de tus omoplatos, se demoran en el hueco de esa gruta que se te hace entre cuello garganta y hombros es un triángulo de las bermudas en la cual desaparecen misteriosamente todos mis besos que aterrizan en esa zona. Y después el arco de la cintura, la mágica línea corva entre tu espalda y tus caderas. Una mano en tu cadera y yo con una sola rodilla en tierra con la otra pierna adelantada cual torero al terminar su faena una verónica endiablada se movían tu trasero delicioso enmarcados por tus bragas y lo traspasè volcando mi todo mi peso en tu hoyo maravilloso mientras me colgaba a tu espalda y veía tus manos reventar con tus uñas furiosas los almohadones y cuadriculé tu piel cual un arado geométrico de desgarros, arañè tu placer en gemidos apilados en una montaña de almohadas y vi tu rostro sonreir de costado imagen hermosa entre la mas hermosas imborrable para siempre de mis ojos. Y después no se acabò porque si cuando acabe grite tu nombre en tus oídos para adentro y reventè en risotada ¿en que punto era posible hasta ahí el amor? ¿En que costado abierto depositaste tu cabeza de princesa sin corona y te dormiste apoltronada en colchas obsesivamente estiradas? ¿Sobre que lado mas vulnerable de mi sien me acariciaron tus dedos de mimbre? Y sobre que rugosidad mas aspera de mis piernas se enroscaron las tuyas? ¿Sobre que humedad mas cálida fue a hurgar mi lengua en los pliegues de tu sexo? En que punto de la dulzura capta la lengua el sabor mas dulce de un clítoris como el tuyo? ¿Acaso en la punta? Dos cuerpos laten en la misma noche Los labios que se juntan se beben todo el mundo Los brazos que se enlazan abarcan todo el mundo Todos los besos tienen la forma del futuro Luz de luz en la luz, transparencia en la sangre Mi frente quema, tu cuello quema Queman tus hombros quema tu piel Siento mi cuerpo ahogado por las sombras Del tuyo, por el peso del tuyo Mi cuerpo pesa, cae hacia la nada Ya solo importaa el peso de tu pecho Del fondo mas umbrío de la gruta Del pozo hondo en el que te sumergis Vuelve a brotar el agua envenenada Que exterminó a las vestales y amazonas Y yo te dejo entrar con ojos muertos, Resquebrajarme túneles cegados, Desde el cansancio ardiente de la pelvis Y la fiera asunción de lo perdido He elegido quebrarme, he elegido caer Es mi único triunfo y mi único orgullo